Cada vez que respirabas del mismo aire que yo, lo envenenabas y prefería morir de asfixia a compartir la misma bocanada.
Cada vez que hablabas sembrabas el pesimismo y la discordia. Tus palabras atravesaban la luz como un cuchillo caliente la mantequilla.
Cada vez que reías, un escalofrío recorría mi cuerpo y estremecía todas mis esperanzas.
Cada vez que sonreías, tu imagen aparecía en todas las pesadillas robándome el descanso.
Cada vez que tocabas algo, lo transformabas en algo vulgar y contaminado, como por obra de brujería.
Si, cada vez lo tengo más claro. Sin duda nos volveremos a ver... en el Infierno.
4 comentarios:
Cuánto... odio.
La verdad es que todo se reduce a odio y a pequeños tiempos de calma entre odio y odio ^^
Lo borraste!
era mío y lo quitaste!
sabía que una parte se estaba marchitando pero no que hubiera muerto...
Tú le diste la puñalada, yo solo le ayude a morir
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