miércoles, 10 de febrero de 2010

Poison Red

Pasas cerca del bosque una helada noche de invierno y aun así huelo tu aroma, un pañuelo de seda que se cae y me recuerda el olor de tus sueños. Entre la maleza me abro paso embriagado de una presa muy tentadora.

Oh, tú no conoces lo quebradizo de la demencia...

Soy la luz del sol que funciona de noche, soy el candil que se enciende sin fuego. Me guío como el niño ciego que busca a su madre olfateando. No puedes estar muy lejos, tengo tu pañuelo. Tu rastro está fresco.

La lluvia besa mi piel, pero ya nada importa, solo siento tu sangre. Te huelo, te siento. Noto hacia donde caminas. El corazón me golpea en la sién. El éxtasis se mezcla con tu fragancia.

Me he arrastrado hacia ti desde tan lejos...

Te excitas al creer que ves deseo en mis ojos, pero ellos no ven nada, están ciegos, son pozos que esconden mi verdadera intención. Quítate la máscara, yo muy pronto haré lo mismo. Llévame de la mano, te voy a enseñar lo frágil de la locura. ¿Acaso no me oiste aullar?

La luna nos mira y yo te lamo. Te muestro mi verdadera cara y te intentas deshacer de mis brazos, me clavas las uñas, pero yo no lo siento. En este cuento caperucita muere. No grites, no te defiendas, todo es rojo ya, hasta la luna que no para de mirarnos. Todavía hueles bien.

A veces es tan dulce...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gran versión de caperucita¡¡ yeah