viernes, 16 de octubre de 2009

Hijos de la Ira



No, no es el nudo que atraviesa y perfora mi cuerpo cada vez que trago saliva.
Ni tampoco el relámpago de furia que reflejan mis ojos.
Tampoco cuando aprieto los puños, como si de repente quisiera exprimir la vida,
ni acaso tampoco es cuando rechino los dientes y me trago la sangre.

Como un reo al que conducen a la silla eléctrica, he intentado llegar a mi sino dando pequeños pasos, dejando consumir la espera. Retorciéndome, me he despertado de sopetón y me he dado cuenta de que he llegado a la silla, por mucho que demorase mi caminar. Y sin embargo el tiempo ha pasado volando. Las mismas caras que me alentaban desde los barrotes contiguos han pasado a difuminarse...

Y hoy dia, son solo un recuerdo borroso.

Porque algunas mariposas se pudren dentro del capullo, y si alguna vez les da por salir se conformen en seres deformes y putrefactos que se arrastran en vida y te visitan en pesadillas.

Todo llega, pero llega demasiado tarde. Incluso el olvido. Un secreto en silencio quiere gritar lo que el secreto a voces calla.

El mundo calla pero el infierno le contesta...