lunes, 17 de noviembre de 2008

El recuerdo de un Sueño

Si, era maravilloso contemplar como se quedaba dormida después de hacerlo, agotada e intentando descansar para enfrentarse al mañana... Me pasaba horas y horas viendo como la paz reinaba en su bello y delicado rostro mientras el sueño se apoderaba de ella, y se quedaba dormida con una leve sonrisa en los labios. Cuando se despertaba, sus preciosos ojos iluminaban toda la estancia donde sigue habitando mi alma, y me hacia creer que todavía estaba soñando, y me encontraba en un mundo donde no había lugar para la tristeza, y era allí, siempre, en esa cama.

Era en esa cama, en esos amaneceres, cuando ella me encontraba siempre dispuesto, y donde me fundía con la humedad de sus piernas, y entonces, lo besos cálidos, se tornaban en pasionales y terrenales juegos de lengua, en gemidos mágicos que con cada embestida nos hacían volar y continuar nuestros sueños, para acabar estallando en una guerra bañada de placer y en sábanas que olían a sexo y a sucios amores. Entonces ella me solía susurrar algo al oido, y nos soliamos sumergir en un mar de sábanas, donde teníamos nuestro propio mundo, nuestra frontera, donde nos comíamos a beso. Debajo de mis sábanas siempre coincidían el sol y las estrellas.

"Ahora que te has ido, me pierdo en la inmensidad de mi pequeña cama, por más gente que me acompañe siempre estoy solo, la ansiedad le robó el puesto a los sueños, y los días se han tornado largos y amargos, como el día de la despedida, donde un andén nos robo la única magia que he conocido. Es lo que tiene volar sin alas, un día te caes y no tienes magia para volver a tocar el cielo"

martes, 4 de noviembre de 2008

...

Ella, que tantas veces mi lamento arropó y que mi consuelo fué a buscar, la veía una simbiosis entre la perfección y mi Ángel Salvador que a rescartame vino, a salverme de una soledad autodestructiva, que amenazaba y amenaza con destruirme.

Ella, que parecía un regalo divino, que parecía una entre miles, que me hacía florecer en cada duro invierno.

Ella, que me hizo el regalo de la sonrisa, que me introdujo un millar de mariposas por el estómago, que me hizo pensar que la vida era un sueño.

Decepción...

Es lo que siento en mi cabeza... una confusión de ideas que distorsionan su imagen.

¿Por qué tú también?

Nadie está preparado para recibir dolor, y menos cuando la puñalada la asesta a sangre fría la persona que más quieres.

Ya es tarde, la decepción se apodera de mi estado de ánimo...