miércoles, 30 de junio de 2010

Bohemian Lisbon


En la jungla de un millón de luces te quiero ver yo, bañándote en harapos de estrellas de viejas glorias que sobreviven en un callejón de techo bajo. En calles empedradas que mueren en el fin del mundo, empapado por un azul infinito que araña la costa como un Hijo Pródigo.

Prendido de sucios bares llenos de promesas etílicas de color tinto, he seguido un rastro de brisa atlántica que muere en dos faros de ártico cristal. Su legítima propietaria, una beldad de Europa del Este que se contonea sensualmente mientras Simarik nos llena de besos, levanta el vuelo de cien mil mariposas sin alas.

¡Oh! A veces la lujuria es tan poderosa y bella. El poder del pecado, preciso, que se clava como un dardo mortal que en silencio da en el blanco y mata a bocajarro, ahora somos dos almas que se arrastran y se muerden hasta el corazón. En un lecho de saliva despiertan todos los sueños prohibidos que al amanecer dormimos, y en la ciudad donde muere el Tajo no dejamos palabra que no fuese escrita con sangre ni verso que no fuese regado por un Terras do Sado.

Al calor de un Fado los besos se roban mejor