jueves, 12 de noviembre de 2009

Vudú



El dolor del pinchazo hace que mi cuerpo se estremezca y me convulsione al contacto con la ácida realidad. Mi cabeza es un campo de minas a merced de unos pasos confusos e inseguros. Siento que mi corazón se agarrota, siento que mis venas explotan...

Empapado en sudor espero que la lenta agonía al menos me haga perder la conciencia, pero la herida del pecho no cicatriza y hace que asomen todos mis males, cada latido es un suplicio similar al de un condenado encadenado a la eternidad del tiempo.

Toc Toc

Tantas agujas tengo, tantas agujas tengo clavadas como entrañas sacadas. Tantas agujas clavadas que las lágrimas de sangre tienen un cierto sabor oxidado. Oxidado como las puas que lasceran mi piel...

Oxidado como el jodido corazón que las bombea.

Pero las que mas duelen, las que no se ven, si acaso, esas que van al alma.

Quien deja vivo al ofendido,
ha de temer siempre a la venganza.

Francisco de Quevedo