Y su luz os cegará tanto que vuestras pupilas quemarán el aire.
Tanto esperar la luz para ahora tener miedo de ver la soledad que a oscuras era tu abrigo. Pero no temas, esta noche apenas se habra dormido. Pero no temas, el sol hoy nacerá de mis ojos.
Un volcán que recorre tu cuerpo y lo lame con sutiles brasas que derriten cascadas de hielo.
Eso que brilla, allí en el cielo, y que descansa en mi piel.
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