No se si hay vida inteligente en otros planetas (ni siquiera estoy seguro de que la haya en este...), pero imagino lo que deberia pensar algun vecino galáctico que nos estuviese observando el 14-F:
A) Que somos unos empalagosos de forma antropomórfica.
B) Que somos sencillamente gilipollas.
C) A y B son correctas.
Personalmente apuesto por la C. Me resulta extremadamente gracioso observar como un dia cualquiera de repente nos cambia el chip y se nos pone en modo: reproductivo. ¿El hombre estaba tan lejos del resto de los animales? Lo realmente triste es el mensaje intrínseco que tiene la cuestión, lo diré claramente para que se entienda: Si esa noche duermes acompañado eres un ser poderoso y afortunado, envidia de todos, el rey de la manada, el macho dominante. Pero si te vas a la cama como lobo solitario eres un sujeto raro, ejemplo de lo que nadie quiere llegar a ser, una abominación de la sociedad. Da igual que los otros 364 dias del año hayas montado en tu cama una bacanal que sería la envidia del mismísimo Calígula...
Ramos de flores con fecha de caducidad, peluches que se amontonan en las estanterias, bombones que atacan a tus arterias, cenas que no por caras van a ser especiales... Y promesas que se las lleva el viento.
Apropósito del 14-F, me preguntaba la semana pasada por mis planes una amiga mia, a lo que le respondí:
-Pues estoy dudando entre una escapada a Xerez a ver los entrenamientos o ir con unos amigos a subir la Pedriza por enésima vez.
-¿Cómo? ¿No sabes que dia es el domingo?
-Claro, el domingo es... ¿Domingo? - Le pregunté, bastante extrañado por su reacción.
- Es el día de los enamorados, alma cándida... No me digas que no vas a engañar a ninguna inocente esa noche, no me lo puedo creer...
- ¡Bah¡ Para eso siempre hay tiempo...
-¡ No tienes remedio¡ Debes buscar a la mujer de tu vida. Al final te vas a quedar solo con tu soledad.
La mujer de mi vida... Aunque todo eso me sonaba a monotonía, le fuí dando vueltas a esas palabras durante el resto de la semana. ¿Soledad? Seguro que no se refería a ningun nombre de chica... Lo mismo hasta tenía razón: que nunca me implicaba con nadie, que tenía miedo de pasarlo mal o de darme a conocer. Pobre de mí, que me esclavicé a estos pensamientos. Tenía que hacer algo con mi vida y no podía esperar. La melodía de mi teléfono móvil (esta semana tocaba la banda sonora de Piratas del Caribe) me sacó de mi momento de evasión. Cambio de planes: el sábado a los carnavales. Un sitio perfecto para exhibir mi nuevo yo, más casadero, más maduro, y más blablabla.
Me aburría soberanamente, además mi traje de Julio César no era la mejor arma para luchar contra el frío. Tuve que aumentar la dosis etílica (la última vez que bebí alcohol fue en nochevieja, no soy muy dado al bebercio para ser sinceros), y aun así seguía desechando posibilidades: aunque apetecibles, ninguna parecía ser la "mujer de mi vida". Ya me estaba arrepintiendo de la disparatada idea cuando me traicionaron mis sentidos (y una mezcla de cubatas y cervezas) y me fijé en una chica que iba disfrazada de... no, no me acuerdo y dudo que en ese momento supiese de que iba disfrazada...
El ruido de unos malditos pájaros me despertó. Estaba en el campo. Ya era de día y estaba en mi coche, me dolía todo el cuerpo y tenía agujetas. Durante unos segundos intenté hacer un ejercicio de memoria y recordar los hechos que me trajeron hasta aquí. Demasiado duro para lo temprano que era. De repente me roza un codo y me baja de las nubes. La chica del carnaval se despertaba. Tenía un corte de pelo bastante moderno, la verdad es que era muy bonita, se desperezaba y estaba arropada con mi disfraz, no llevaba nada más debajo... Mientras se vestía (con toda la dificultad que conlleva vestirse en la parte trasero de un coche) la contemplé con descaro. Tenía una piel muy apetecible, de hecho le había dejado marcas que así lo aseguraban. Mis ojos seguieron bajando... su vientre que invitaba a bajar. Su secreto de mujer, que consiguió regalarme unos instantes de optimismo. Pensé: "Despues de todo, puede que los demas tengan razón. No debería huir como siempre, lo mismo es la mujer de mi vida, tengo que darle una oportunidad".
Pero como todo instante de optimismo, muere con la misma rapidez con la que nace... Se me ocurrió que sería una buena idea invitarla a desayunar, conocernos algo mejor, proponerle un plan de San Valentín. Fué a mitad de camino, donde se le ocurrió darse a conocer...
-No me gusta el ruido que hace tu coche, seguro que es malo para la naturaleza. ¿Qué motor tiene? Seguro que estamos provocando el cambio climático ahora mismo. Dios mio, que mal, que mal. Oye, tengo intolerancia a la lactosa, lo digo por lo del desayuno. Este verano podíamos irnos por Europa. Vendes tu coche, nos pillamos una furgoneta y el mundo es nuestro. En serio, ademas no puedo mezclar el café con mi medicación. ¿Qué haremos el domingo?.
Me excusé diciendo que no podía ir a desayunar, que tenía que ir a hacer daño a cierta amiga... y el domingo... le dije que el domingo estaría ocupado fustigándome y blasfemando. No me da la gana tener una media naranja a la que invitar a un italiano y decirle lo guapa que es una vez al año.
Y si, se que así lo más seguro es que siga estando solo, que seré ese tipo de personas que sirvan de mal ejemplo, y que seguiré desayunando con la soledad todos los dias. Si, pero al menos, es mi soledad.