martes, 4 de noviembre de 2008

...

Ella, que tantas veces mi lamento arropó y que mi consuelo fué a buscar, la veía una simbiosis entre la perfección y mi Ángel Salvador que a rescartame vino, a salverme de una soledad autodestructiva, que amenazaba y amenaza con destruirme.

Ella, que parecía un regalo divino, que parecía una entre miles, que me hacía florecer en cada duro invierno.

Ella, que me hizo el regalo de la sonrisa, que me introdujo un millar de mariposas por el estómago, que me hizo pensar que la vida era un sueño.

Decepción...

Es lo que siento en mi cabeza... una confusión de ideas que distorsionan su imagen.

¿Por qué tú también?

Nadie está preparado para recibir dolor, y menos cuando la puñalada la asesta a sangre fría la persona que más quieres.

Ya es tarde, la decepción se apodera de mi estado de ánimo...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

:D

Anónimo dijo...

Ya lo sabes, la vida va en circulos, y siempreeeee los repetimos.

Tacónrojo dijo...

las mariposas del estómago siempre, SIEMPRE, acaban volando.

A alguien le perduran eternamente?